Hasta hace poco no sabía que existía un síndrome para describir la sensación abrumadora que provoca en una persona el exceso de belleza y admiración al arte.
Existe y se llama Síndrome de Stendhal o también Síndrome de Florencia.
Si lo bajamos a tierra podemos decir que es la sensación de asombro, emoción y perplejidad que se tiene cuando uno está expuesto a obras de arte, especialmente cuando son extremadamente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar, y si hay un lugar en el mundo donde hay muchas obras muy bellas y todas juntas, es en Florencia.
El tema es así, resultó que en un viaje que realizó el autor francés Stendhal por Italia, al detallar la sensación que experimentó al visitar la Basílica de la Santa Cruz en Florencia escribió:
“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme“.
Esta es la Basílica de la Santa Cruz en Florencia, y si, un poco se nos caen las medias.
Stendhal tiene una manera muy romántica de describirlo y se supone que es la primera referencia al Síndrome y es por eso que lleva su nombre.
Con el correr de los años hubo muchos casos de viajeros que experimentaron sensaciones parecidas a las descritas por Stendhal, y casualmente muchos se registraron en Florencia incluso con características que hoy podemos asociar directamente con el estrés, como palpitaciones, vértigo, temblores, desvanecimiento y también euforia o depresión.
Entonces, puede ser estresante el hecho de estar rodeado de arte bello y abundante?
Créanme que si.
Me ha pasado y a veces hasta las lágrimas no paro y conozco mucha gente a la que le ha pasado lo mismo y les digo más, algunos lugares donde se exhiben este tipo de obras tienen personal sanitario para asistir a las personas que sufran este patrón de estrés o conmoción.
Si bien este trastorno psicosomático no está certificado médicamente, se sabe que le sucede bajo determinadas circunstancias a personas especialmente sensibilizadas por el arte y no solamente con las artes plásticas, con la música sucede algo parecido y ni hablar con el arte sacro que involucra no solo lo visual o la belleza técnica, sino también lo espiritual y el significado místico con que cada persona asocia esa belleza.
Al día de hoy no es algo que no conociera ni que no haya experimentado, solamente que no sabía que tenía un nombre y tampoco sabía que tenía síntomas tan extremos como la euforia o la depresión, pues parece que si.
Si no sabían que existía este “estrés de viajero” ahora ya saben que se llama Síndrome de Stendhal y también que le dicen Síndrome de Florencia.
En lo particular no solo no me molesta experimentarlo, por el contrario, creo que vivo para que me de un Stendhalazo de vez en cuando.
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Mi madre es profesora de historia, y hará unos 2 años viajó a París con mi padre. Mi padre me dijo que cuando vio Notre Dame ella se largó a llorar. Ahí me di cuenta que mi madre había estudiado los estilos góticos, entre otras cosas cuando fue estudiante hace mucho y entendí que vio las fotos en los libros cuando estudiaba, y posiblemente cuando lo vio en directo, no lo podía creer, y la emoción pudo más
Saludos!!!
Fernando, lo que le pasó a tu mamá me pasa bastante seguido, me pasó con la Torre Eiffel, con el David de Miguel Angel, con la cúpula del Reichstag y con un montón de otras cosas, es una de las razones por las cuales para mi viajar es lo más extraordinrio de la vida :D
En septiembre último tuvimos con mi esposa la oportunidad de visitar Italia por primera vez y vivimos esa sensación en Roma (en el Vaticano especialmente) pero sobre todo en Florencia. Creo que además de todo lo que describís en la nota, se suma el agotamiento que provoca no querer perderse nada. En Florencia, en el mismo día, subimos al Campanille de la Catedral, visitamos el Mueso dell'opera del Duomo, la Galleria dell'Academia, la Iglesia de San Lorenzo, la Capilla Medicee, la Basilica de Santa María Novella, el Duomo, la Basilica de Santa Croce, la Galleria degli Uffizi y vimos el atardecer desde la Piazzale Michelangelo. Es demasiada belleza para ver en tan poco tiempo! Y fuimos atravesando por distintos estados de éxtasis, agotamiento y hasta angustia ante tanta belleza junta en un sólo día. Igual, coincido contigo, no viene nada mal, y no tengo problema en experimentar esas sensaciones todas las veces que pueda! Muy linda la nota que ayuda a recordar estas experiencias!
Hola Fernando, esas ciudades son especialemnte abrumadoras pero hay que quedarse ocn la parte del éxtasis y también del cansancio porque es inherente al tratar de no perderse nada, peor no angustiarse por no poder ver todo sino paladear cada momento que uno está viviendo y si queda algo por ver, ya será en otro viaje. Saludos y graicas por comentar!