La primera vez que estuve en Berlín fue en el año 2012.
En aquella visita tenía muchas cosas para ver, hacer y visitar, y una de las principales, es decir, una a la que le ponía mucha expectativa era la visita al Parlamento Alemán, el Reichstag o Bundestag, como es llamado desde 1999.
Por que? Por el peso de su historia, por lo bello de su edificio, pero sobre todo por la increíble cúpula vidriada diseñada por el arquitecto Norman Foster.
Tremenda fue mi desilusión cuando aquel día marcado en mi hoja de ruta para hacer la visita, y habiendo llegado hasta la entrada, me dijeron que la visita solo era posible con un apuntamiento previo que se hacía sólo desde la página web oficial.
Intenté hacerla en el momento para ese día, para otro día en esa semana, imposible, todo el mes estaba completo.
Vieron que yo les repito que antes de ir a un lugar investiguen un poco más acerca de cómo hacer determinadas actividades? Creo que lo aprendí ese día de la peor forma: Me quedé afuera, prada frente al Reichstag, masticando resignación.
Por supuesto que mi viaje siguió y visité otros lugares, museos, sitios históricos y disfruté Berlín enormemente, pero la espina del Reichstag me quedó clavada.
Quién sabía si podría volver a Berlín algún día? Y cuánto tiempo podría pasar para ello?
Ni yo ni nadie podía adivinarlo. Sin embargo me hice una promesa bíblica estilo Terminator: Volveré!
Pasaron tres años y cumplí la promesa con algunos condimentos adicionales.
Nueve meses antes de mi viaje ya sabía que iba a pasar por Berlín 4 días, pero la página web del Bundestag no me dejaba reservar, así que les mandé un mail con tono desesperado (otra vez no me pasa) el cual me contestaron en menos de 24 horas y muy amablemente me explicaron que las fechas para las reservas se abren exactamente un mes antes.
Para que quede claro, si se quiere hacer la visita el 5 de Diciembre, el 5 de Noviembre se abre la fecha para reservar el horario y apuntarse, y ahí depende de tu rapidez y tu disponibilidad horaria para conseguir una plaza.
Y por qué tanta vuelta?
Hay que entender fundamentalmente dos cosas, estás entrando a un edificio del Gobierno Alemán que tiene actividades oficiales y que tiene una capacidad limitada, unas 8 mil personas por día, por lo tanto también son limitados los grupos para las visitas.
Otro dato no menor es que a la hora de apuntar la visita uno tiene que cargar sus datos incluyendo número de documento o pasaporte, y que con ese documento que te identifica, más la impresión de la reserva, es la única manera de ingresar, es decir, si hiciste todo bien pero no llevaste el pasaporte para identificarte, también te podes quedar afuera.
Ya en el interior el acceso tiene controles de seguridad propios de un organismo de gobierno, scanner para los visitantes y sus pertenencias.
Una buena noticia es que no hay que pagar un solo euro para ingresar, es totalmente gratis, las audioguías y folletos también son gratis.
Antes que nada hago un repaso fugaz sobre la historia de este edificio y algunos datos fundamentales.
El Reichstag o Bundestag se encuentra en el barrio de Tiergarten en Berlín a 200 metros de la Puerta de Brandenburgo, así que nadie puede perderse ni decir que no lo encontró.
El edificio fue diseñado por Paul Wallot y se terminó de construir en 1894.
Fue la sede del Reichstag en tiempos del II Imperio Alemán y más tarde del Parlamento de la República de Weimar entre 1919 y 1933.
A partir de 1930 el Presidente Paul Hindenburg hacía uso de poderes extendidos y el Parlamento había quedado relegado, sin embargo en su interior se acrecentaba el número de integrantes del partido Nazi.
En 1933 Hitler es nombrado Canciller y el Parlamento sirve sólo como un cuerpo de aclamación de las acciones de la dictadura. Ese mismo año el Reichstag es incendiado, si, lo prendieron fuego. Se desconoce la autoría del siniestro aunque podemos tener varias teorías y ninguna sería alocada.
El dato: Hitler nunca pisó el Reichstag como primer ministro.
Cuando los aliados toman Berlín en 1945 el edificio quedó seriamente dañado, y cuando digo seriamente es seriamente.
En la década del 60 fue reconstruido parcialmente y fue recién en la década del 90 que Norman Foster se hace cargo de la reconstrucción final y embellecimiento del edificio.
Para que ubiquen, Foster es, entre otras cosas, el creador del Pepinillo de Londres, del Hears Tower de New York y de la nueva sede del Gobierno Porteño.
La visita comienza en la planta baja, donde tras el control de seguridad se toman los ascensores hasta la terraza, allí se tiene la opción de tomar un audioguía y/o folleto lo cual recomiendo hacer.
En esa terraza se levanta la cúpula de 40 metros de diámetro y 23 de alto hecha de acero y vidrio. Honestamente es tan bella como imponente.
La cúpula se puede recorrer por dentro por medio de dos rampas en espiral, una que se utiliza para subir al mirador y otra para bajar.
El mirador tiene un agujero al exterior justo en la parte más alta de la cúpula, debajo del agujero hay un círculo que opera como asientos y como drenaje del agua que pudiera entrar si lloviera.
Tirarse en esos asientos a mirar el cielo es una experiencia increíble e inolvidable, tanto de día como de noche.
Desde la terraza y por fuera de la cúpula se tiene un punto panorámico de la ciudad privilegiado y pueden hacer fotos a voluntad.
Dentro de la cúpula hay una pequeña exhibición con la historia del edificio desde su creación hasta la fecha, donde sorprende el material fotográfico de archivo que tienen, es decir, que no se destruyó.
Algunas visitas especiales incluyen la visita a la sala de Plenos, pero es mucho más restringida en disponibilidad de días y horarios. Yo solo hice la visita a la cúpula, pero además tuve un privilegio inesperado.
En la terraza del Reichstag funciona un restaurante bastante exclusivo que se llama Käfer al que fuimos invitados para esa misma noche, así que tuvimos el enorme placer de poder ver lo mismo, otra vez, pero bajo las estrellas.
El restaurante es de una gama alta de precio, aunque la comida no me mató, pero una reserva en ese restaurante puede salvarte si llegaste hasta allí sin reserva para entrar al edificio. Vale decir: si no reservaste tu entrada al Reichstag y te estás quedando afuera como yo la primera vez, la opción, aunque cara, es reservar una mesa en el Käfer e ir de noche.
La experiencia me encantó tanto de día como de noche, creo que para ser honesta de día me vale más como punto panorámico, igual no puedo ni siquiera ser objetiva, para mi fue todo emoción, no se me ocurre un sólo aspecto negativo de toda esa esta experiencia.
El Reichstag y su bella cúpula no sólo es una atracción turística, es parte de la historia y pasó a ser parte de la identidad de Berlín.
Por último y para sumar emoción, frente al edificio se encuentra La Bandera de la Unidad, es la bandera Alemana oficial más grande que existe y fue izada por primera vez la noche entre el 2 y el 3 de Octubre de 1990 con motivo de la reunificación alemana.
Verla flamear en el silencio de la noche, iluminada por las luches del Reichstag, es verdaderamente conmovedor.
Y por si no quedó claro: Hagan la reserva!!! 🙂
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Muy buen dato. Vamos a estar por ahi en Mayo, y ya me agendé reservar un mes antes. Gracias!!
Genial!!! pasala hermoso!
Volvimos hace un par de días, es realmente recomendable. Nos tocó un día soleado increíble, la pasamos muy bien. Gracias por el consejo!
Que bueno! Me alegra mucho!