Sleep No More es una obra teatral del llamado Off Broadway, o circuito no tradicional.
Su propuesta es sumamente particular, pues además de estar pensada integrando su trama al sitio en donde es representada, un viejo hotel de New York, no tiene diálogos y no tiene una sola forma de ser vista, es decir, la decisión de cómo se ven las diferentes escenas es netamente del espectador.
Inspirada principalmente en Macbeth, la obra de Shakespeare, pero también en los films noir de los 40´, especialmente en los de Hitchcock, esta obra cargada de excesos de todo tipo se desarrolla en 5 pisos de un hotel reciclado llamado McKittrick (en alusión a la película Vértigo) en el barrio de Chelsea en Manhattan.
Habiendo comprado las entradas con un mes de anticipación llegamos muy puntuales a la hora asignada, pues es importante no perder absolutamente nada de la experiencia completa.
Un par de conserjes nos dan la bienvenida y nos indica que no se pueden cargar bolsos ni abrigos dentro del hotel, así que debemos dejarlos en el guardarropas pagando UDS 4. Si bien uno puede cargar su celular encima, está prohibido filmar y sacar fotos de la obra.
Nos acercamos a la boletería y el ambiente nos fue envolviendo de a poco, transportándonos a una atmósfera velada, con notas de jazz, humo y espejos que reflejan historias de otro tiempo.
En la boletería nos dieron una carta de pocker, me tocó un Joker y la mujer en la boletería me dijo “good luck!”. Le agradecí sin saber qué significaba tener o no buena suerte en ese contexto.
Luego ingresamos al lobby del hotel donde se encuentra el Manderly Bar, ambientado y enmarcado en una New York de los años 40´. Todo termina de cambiar y sentimos que el hotel empieza a tomar el control de la situación y mágicamente ya no se está más en el presente.
Ordenamos unos tragos y esperamos ansiosos sin tampoco saber bien qué esperar.
“Los que tengan una carta de corazones pueden ingresar” dijo una mujer enfundada pulcramente en un vestido de terciopelo que apenas le permitía respirar. Luego fueron llamando a los tréboles, a las picas y a los diamantes, y de esa forma fue ingresando todo el grupo que no sumaba más de 100 personas en total.
Pregunté a la mujer cuándo debía ingresar con mi Jocker, me miró directo a los ojos, y con una sonrisa inquietantemente sensual me contestó “Cuando quieras”.
“Ustedes están por tomar una decisión muy importante, casi de vida o muerte” nos dijo un caballero frente a una escalera que subía y una que bajaba, mientras nos repartieron unas máscaras blancas cuyo efecto despersonalizador, mezcla de ritual satánico y orgía carnavalesca se sintió ni bien la apoyé sobre mi rostro. A partir de ese momento me sentí con la impunidad absoluta de poder mirar casi cualquier cosa.
Nos dijeron que estaríamos obligados a usarla durante toda la obra y además nos advirtieron sobre necesidad imperiosa de permanecer callados y de no tocar a los actores.
La decisión sería: “Para arriba o para abajo?” El orden en el que veas la obra depende de ese simple dilema. Cada experiencia será única. La elección es tuya.
En el transcurso de la obra, la cual dura unas 3 horas de principio a fin, y se desarrolla en 5 pisos del hotel, cada escena se repite en ciclos de una hora, es por eso que no te perderás de nada.
Una sugerencia mía es, al menos, ir sabiendo de qué va Macbeth, no es necesario leerla pero sí saber el argumento y sobre todo saber cuáles son las escenas más destacadas de la obra. Ver la película antes de ir, por ejemplo, sería una buena idea.
En un ambiente de penumbras en donde hay que cuidar de no llevarse nada por delante, fuimos descubriendo diferentes propuestas a través de las distintas habitaciones y espacios del hotel. La mejor sensación, y tal vez la más atemorizante, es sentirse libre de explorar cualquier lugar, pues cada puerta es un misterio y sin darnos cuenta nos vamos convirtiendo en una especie de voyeur impune escarbando en la intimidad de escenas de crimen, sexo y pasiones humanas de todo tipo.
Al rato de andar sola el hotel adquirió una presencia más potente, y de todos los miedos que podrían asaltarme, el miedo a perderme fue el más evidente . No es que te vayan a dejar encerrado, porque hay salidas de emergencias en todos lados y personas que te ayudan, pero el hotel y la obra te hace seguir siempre para adelante y volver sobre tus pasos en la oscuridad, en caso de creerte perdido, se hace imposible.
En todo mi recorrido, el cual encontré sumamente original desde la puesta y brillante en su ejecución, vi un baile estilo belle epoque, leí cartas de amor y notas de arrepentimiento, pero también libros sobre rituales satánicos.
Vi como un hombre y una mujer se amaban y se odiaba al mismo tiempo, los vi también tratando de limpiarse la sangre del cuerpo como si con eso pudieran borrar el horrible crimen que acababan de cometer.
Vi a una mujer apenada por un niño inexistente, acaricié animales embalsamados, comí caramelos en una dulcería y fui testigo de como envenenaban a un hombre con una taza de té.
Estuve en las ruinas de alguna casa, en un cementerio, en un sastrería, en un hospital, en un funeral y al final del recorrido finalmente nos volvimos a encontrar todos, con el corazón en la garganta, en un gran banquete con fantasmas.
Venta de entradas en Sitio Web Oficial
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