Las Cataratas del Niágara o Niagara Falls, son un conjunto de cascadas ubicadas en la frontera entre Estados Unidos y Canadá (New York y Ontario) y que ambos países comparten como un gran complejo turístico además de una gran fuente de energía.
Con una caída de 64 metros, y un volumen de 2800 metros cúbicos por segundo, son las más amplias y voluminosas de América del Norte, y ya sé lo que están pensando, que en comparación con las de Iguazú son pequeñas, pero como dice el título de la nota, vamos a poner foco en toda la experiencia, la cual, a mi criterio, no admite comparaciones.
Al ser un lugar tan turístico se puede llegar desde varios lugares, y las rutas y las indicaciones para llegar son perfectas.
Desde Canadá la mayoría va desde Toronto a pasar el día, desde Estados Unidos la mayoría llega de Boston, New York City o Philadelphia, son muchas más horas de viaje si se va por tierra, entre 8 y 10 horas, así que hay que planificarlo mejor.
Sin embargo mi recomendación es visitarlas desde el lado canadiense pues es el que tiene mejores vistas. Para ello es necesario tramitar la visa canadiense en el caso de que aplique, es un trámite más, pero no es engorroso y la verdad del lado norteamericano las caídas no se aprecian en todo su esplendor, vale la pena y, además, se puede aprovechar para visitar Toronto que es una hermosísima ciudad.
La experiencia que les voy a contar es la del lado canadiense.
Algo para mencionar es que el complejo tiene estacionamiento por jornada y es muy amplio, así que no es un problema el buscar un lugar en donde dejar el auto.
Cuenta con baños y diferentes propuestas gastronómicas, incluyendo bares y expendio de bebidas. También hay negocios de recuerdos y algunas tiendas de indumentaria muy básicas.
Lo primero que el visitante hace, movido por su intuición y asombro, es una recorrida por la costanera del río San Lorenzo desde donde se puede ver el comienzo de la catarata.
Las vistas desde allí son espectaculares, si hay sol es muy posible que las fotos salgan con arcoiris producto del spray que se levanta del agua. Este paseo es gratuito.
Al llegar a la caída de agua tomar fotos se hace un poco más complicado por la cantidad de visitantes, pero con un poco de paciencia se pueden tomar unas fotografías extraordinarias.
A la altura de la caída hay un centro de visitantes en donde encontraran los baños (gratis), los puestos gastronómicos y, además, la venta de tickets para las distintas actividades pagas que se pueden realizar en el complejo.
Lo que más me sorprendió es la organización, la prolijidad y la atención que se le da al turista dentro del complejo. Tiene una infraestructura moderna y accesible que hace que prácticamente uno no se deba preocupar por nada más que disfrutar de una jornada maravillosa.
El complejo está abierto todos los días del año, hay buenos alojamientos muy cerca y muchas otras actividades para hacer dentro del parque.
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Muy linda nota y felicitaciones por tu Blog Gimena!