Soy Artemisia Gentileschi, no sabes quién soy porque nací mujer

Autorretrato – A. Gentileschi

Seguramente conoces o te suenan los nombres de Caravaggio, Rubens, Velázquez o Rembrandt, verdad? Casi todos sabemos que son los apellidos de los más grandes e indiscutibles pintores del Barroco, los más reconocidos por su estilo y la perfección de su obra, aquellos a los que los museos del mundo priorizan en sus muestras y exposiciones y con toda la razón del mundo, porque estos autores son realmente de lo mejor de todos los tiempos.

Ahora bien, si te dijera que de hacer una lista para elegir a los 5 mejores pintores del movimiento Barroco la elección incluiría a una mujer feminista del siglo XVII, qué pensarías? Quizás que estoy alucinando, que no sé de lo que hablo o que no tienes idea de a qué me refiero.

Bueno, me refiero a Artemisia Gentileschi, la primer mujer admitida en la Academia de Arte de Florencia.


“Judith y su doncella” cargando la cabeza de su enemigo. A Gentileschi

Artemisia nació en Roma en 1593, hija del reconocido pintor Orazio Gentileschi, uno de los grandes exponentes de la corriente Caravaggista. Aprendió de su padre las técnicas de dibujo a muy temprana edad e incorporó, casi por orden natural de las cosas, la influencia de Caravaggio, pero sin olvidar los valores del clasicismo.

Bella, talentosa y precoz ganó fama y prestigio entre los pintores y las familias adineradas de Italia y luego, fuera de Italia, logró trabajar con una gran clientela internacional y para la corte del rey Carlos I de Inglaterra, lo que nos permite concluir que, sabiendo de las dificultades de ser mujer en el siglo XVII y teniendo que superar, para bien o para mal, la fama de su padre, para poder destacarse en un ámbito dominado por hombres, era necesario ser un verdadero genio de la pintura.

En su obra se destacan los motivos religiosos y mitológicos, haciendo foco en las figuras femeninas ya no como eran representadas tradicionalmente, etéreas, sumisas y pasivas, sino protagonistas de su propia historia y ejerciendo su propia voluntad.

Su primer obra firmada es “Susana y los viejos” tomada de la historia bíblica. La pintó teniendo 17 años y en ella se puede ver a una Susana rehuyendo del acoso de los viejos, uno de los cuales está representado llevándose los dedos a la boca, pidiendo el silencio de Susana. Una visión premonitoria de un hecho que marcaría su vida apenas un año después.


“Susana y los viejos” – A. Gentileschi

Como en esa época el ingreso a las academias de arte estaba prohibida para las mujeres, su padre le puso un mentor amigo que la ayudara a desarrollar su talento, el pintor Agostino Tassi, quien, según está documentado, la violó a la edad de 18 años, pero como una mujer en esa época no podía hacer una denuncia, la misma tuvo que ser hecha por su padre Orazio.

Luego de una instrucción en la cual Artemisia fue sometida a exámenes físicos y psicológicos rayanos a la tortura, se determinó que Tassi era culpable y se lo sentenció a (solamente) un año de prisión.

Este hecho atroz y repugnante es considerado una gran influencia en su obra y, además, su historia y los documentos del proceso de enjuiciamiento de Tassi son escritos fundamentales en la génesis de los movimientos feministas del siglo XX.

“Judith decapitando a Holofernes” – A. Gentileschi

Ese mismo año Artemisia pinta la que se considera su obra maestra “Judith decapitando a Holofernes”. Esta obra bíblica tiene asimismo una versión de Caravaggio, Judith junto a su doncella, se adentra en campo enemigo con el propósito de seducir y luego decapitar a Holofernes, general enemigo, pero lo cierto es que Artemisia ha dado una crudeza y un drama realmente descomunal a su obra y, de hecho, es tomada como referencia psicoanalítica del deseo de venganza, teniendo en cuenta la violencia que ella mismo había sufrido.

Si no se conoce la historia personal de Artemisia, y solo se tiene en cuenta la ferocidad de la representación es probable que se compare esta obra con  “El sacrificio de Isaac”, del mismo Caravaggio, que a su homónima del mismo autor.

“Judith y Holofernes” a la izquierda y “El Sacrificio de Isaac” a la derecha – Caravaggio.

Meses después de la condena a su violador, y para “volver a ser una dama honorable” Artemisia se casa con un pintor florentino de escaso reconocimiento y se instala en Florencia. Allí es cuando explota su talento y reconocimiento y es finalmente admitida en la Academia de Arte.

Vuelve a pintar “Judith decapitando a Holofernes”, pero esta vez de mayores dimensiones que la primera, que es precisamente la que exhibe en la Galleria Degli Uffizi en Florencia.

Artemisia tuvo cuatro hijos con su marido, de los cuales sobrevivió solo una hija. Luego de algunos problemas económicos y separada de su marido, vuelve a Roma donde constaba como “cabeza de familia” para vivir como mujer independiente y criar a sus hijas, porque además de la hija que ya tenía, tuvo otra de padre desconocido.

“Sansón y Dalila”- A. Gentileschi

La realidad y el olvido

Muy a pesar de su talento, contactos y reputación artística, su belleza, independencia y fuerte personalidad, el ambiente artístico de Roma no aceptó su condición de mujer. Estaba bien que hiciera retratos y escenas bíblicas, pero se le negaron aquellos encargos lucrativos como los frescos y retablos de iglesias y catedrales.

Se va a Nápoles donde trabaja por primera vez en un cuadro para una catedral y con encargos menores que le permitían vivir.

Luego va a Londres a trabajar nuevamente con su padre y, de hecho, de ese período hay obras que no es posible determinar si son de Artemisia o de su padre.

Tiempo después vuelve a Nápoles y sigue produciendo obras hasta alrededor de 1654, donde se supone muere a causa de una plaga.

Lamentablemente la figura y la obra de Artemisia fueron olvidadas inmediatamente después de su muerte, y no fue hasta entrado el siglo XX que se retomó su obra y su legado, y se la reconoce como ícono del feminismo.


“Lucrecia” a punto de suicidarse por el deshonor que le provocó la violación sufrida a manos de Sexto Tarquinio – A. Gentileschi

Quizás los temas religiosos elegidos no fueran los que se suponía debía exhibir el espíritu femenino de la época. Quizás fue demasiado dramática y violenta en sus representaciones y resultaba inquietante que una mujer estuviera detrás de esos cuadros. Quizás molestó el desequilibrio entre el ensalzamiento de la figura femenina en detrimento de la masculina.  Quizás le jugaron en contra los clichés y la falta de clichés, demasiado duro, demasiado femenino, demasiado feminista, y sobre todo demasiado relacionado a su propia historia.

Varios pudieron haber sido los motivos por los cuales Artemisia Gentileschi no haya pasado a la historia como una de las principales figuras del arte de todos los tiempos, sin embargo fue una artista técnicamente excepcional, absolutamente talentosa y brillantemente creativa y, de hecho, en los últimos años se han producido gran cantidad de trabajos analizando su figura, su obra y su legado, pero la mayoría de la gente, incluso gente que manifiesta que le gusta el arte, ni siquiera escuchó su nombre una sola vez.

Quizás, simplemente, porque nació mujer.

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