Singapur – Disneylandia con pena de muerte
Una historia llegó hasta mi casi de casualidad, al preguntarle a un compañero cuál sería su lugar ideal para vivir, me dijo Singapur.
Por qué?
Me contó que había estado viviendo un año por un intercambio y que le pareció el lugar más perfecto del mundo.
Singapur es una ciudad estado en el sudeste asiático, de poco más de 600 km2, inicialmente colonia británica y hoy por hoy es uno de los países más prósperos del mundo.
Podemos decir que en su esencia es una organización aislada de los estándares a pesar de estar conformada por múltiples razas y culturas.
Ha sido descrito como “Disneylandia con la pena de muerte” o “El único centro comercial del mundo, con un asiento en las Naciones Unidas”.
En Singapur existe un orden conceptual que capaz nos cueste creer, basado en la ley del respeto absoluto, se penaliza cualquier acto que pueda alterar la paz que reina en toda la ciudad, no importa si el infractor es habitante o turista, aplican las penas no solo monetarias, he de decirles que Singapur es uno de los pocos países en donde el castigo corporal está estipulado en el código penal y tiene pena de muerte.
Los azotes con vara, o Caning son parte tradicional del sistema judicial.
Se trata de una vara de ratán de un metro y algo de largo, y para aplicar el castigo se ata al infractor de pies y manos y se le da con la vara en la cola.
Las prohibiciones están manifestadas constantemente con carteles y aplican la ley, no hay excusa ni te protege nadie.
Algunas prohibiciones por ejemplo son gritar en la calle, cosa que nosotro hacemos diariamente, tirar chicle o colillas en la calle o incomodar a una mujer con un piropo.
La importación de chicles está penalizada porque al gobierno le cuesta más dinero despegar los chicles de donde se tiren que los chicles en sí mismos.
Aquí algunas máximas de los azotes
Son penalizados con azotes y cárcel:
Robo, asalto sexual, vandalismo (incluído el graffiti), uso y tráfico de drogas, manejar bajo la influencia del alcohol o drogas, demostraciones ilegales y provocar disturbios.
Los inmigrantes ilegales, y los que permanecen en Singapur después del vencimiento de la visa, son azotados también.
Cerca de tres mil personas son azotadas al año en Singapur.
La máxima cantidad de azotes es de 24 – usualmente se reservan para las ofensas graves, el promedio de azotes suele ser entre 3 y 10 por trasero.
Las multas monetarias son tan insólitas que hasta hay un mercado de souvenirs para turistas al respecto, así que se pueden comprar remeras con las prohibiciones.
Ya mencionamos el tirar chicles y basura en la vía pública, el chicle te lo tenés que llevar vos porque allá solo se venden para fines terapéuticos y bajo receta.
- No se puede sentar en las escaleras
- No se puede fumar en lugares cerrados o prohibidos.
- No se pueden llevar mascotas a lugares cerrados y tampoco en ciertos parques.
- No se puede orinar en público ni en los ascensores ( juro que es verdad)
- No se puede dejar un baño público sucio después de usarlo.
- No se puede comer ni beber en el transporte público.
- No se puede cruzar con semáforo en rojo y hablo para los peatones
- Obvio que tampoco los autos pueden cruzar con semáforo en rojo.
- No llamar Sr o Sra a un desconocido puede ser tomado como ofensa.
- Por último, no se puede fotografiar a la gente sin su consentimiento.
Así como Singapur tiene este marco de prohibiciones, hay que decir que la inseguridad es casi nula y que la calidad de vida es altísima, se trata de un país absolutamente de vanguardia y con una economía envidiable, casi una utopía del mundo ideal.
Quizás mi compañero tenga razón en decir que Singapur es el país más perfecto del mundo, más allá del temita de los azotes y las prohibiciones, es un lugar que me parece digno de ser visitado, aunque sea por la curiosidad.