A esa gente que no le gustan los Museos

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Hablando con un amigo sobre lugares para conocer y sabiendo que yo tiendo a priorizar destinos por el legado cultural y artístico, me dejó salvajemente en claro sus principios “ A mi me gusta el arte, pero no voy a los museos”.

Es cierto que hay una gran cantidad de gente a la que no le gustan los museos y no hay forma de hacerlos cambiar de opinión, siendo que a mi me llena de emoción tener planificada una visita a un museo, entiendo perfectamente a quienes les parece el programa más aburrido del mundo.

Imperial War Museum
Imperial War Museum

Los museos tienen un ambiente solemne, pulcro, silencioso y casi sagrado, comparable con un cementerio o una iglesia, incluso tienen una temperatura y una humedad diferente que nos hace sentir raros.

Podemos escuchar los pasos de los otros y nuestros propios pasos y no queremos hacer ruido, pasamos horas caminando sin poder comer ni beber nada, hablando en susurros y sin poder acercarnos demasiado a nada. No, visto así no está nada bueno.

Pergamon Museum
Pergamon Museum

Además de esto hay que sumarle que los museos tienen varias restricciones y reglas de comportamiento, y hay vigilancia constante para que las reglas se cumplan, lo que nos hace sentir poco a gusto porque no sabemos cuándo estaremos nosotros cometiendo una infracción y el vigilador nos pegará el grito desde la otra punta del salón haciéndonos quedar mal frente a toda la concurrencia.

Todo esto es verdad y lamentablemente no hay posibilidad de que cambie. Por cuestiones netamente de conservación las obras necesitan ese ambiente y esa vigilancia para que las podamos seguir viendo por muchos de años más.

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Van Gogh Museum

Por supuesto que también hay arte fuera de los museos, hay mucho y de todo tipo y los museos no son la única forma de apreciar arte, por suerte!

También existe el efecto “No entiendo nada”. Eso es: no conozco al autor, ni a qué movimiento artístico pertenece la obra, ni en qué año se hizo ni en qué contexto y aprender todo eso es mucho y muy aburrido.

Es  verdaderamente positivo si al menos te gusta una obra que viste y no sabés por qué, porque de esa forma empezamos todos los que amamos los museos, exactamente en el momento en que vimos una obra en un libro o en un afiche y sin saber de quién era ni de qué año ni nada dijimos “Me encanta eso”.

Van Gogh Museum
Van Gogh Museum

Si esto te pasó entonces te pido permiso para llevarte a que puedas disfrutar un poco más de eso que te encantó aunque no supieras nada de nada y cuando digo que te encantó no es para que te haga juego con el sillón, te encantó porque algo en su esencia te moviliza y ciertamente no es casual.

Si dejamos de lado por un momento el contexto solemne del museo y algún que otro prejuicio, es momento de pararte frente a la obra que tanto te gustó y preguntarte qué fibra te toca o qué resorte te dispara para gustarte así.

Louvre
Louvre

 

¿Qué es lo distinto de esa obra frente a las demás?¿ Qué te está diciendo el autor de esa obra en el momento en que la estás viendo?, porque es así como nos hablan los artistas, así lo hicieron en su momento y así lo seguirán haciendo y te hablan a vos parado frente a la obra quizás 200, 500 o 1000 años después de haber muerto y podés imaginar al autor en el momento de hacer un trazo, una pincelada o de tallar un mármol y te aseguro que lo hicieron para que vos lo puedas ver y para que vos puedas sentir exactamente lo que el autor quiso que sintieras al ver su obra.

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Van Gogh Museum

Habrán notado que algunas personas se quedan contemplando mucho tiempo una misma obra, pareciera que solamente la contemplan, yo digo “están conversando” que en realidad es de alguna forma estar armando lazos entre el autor y uno a través de la obra, esto es para algunos lo apasionante de un museo, es la llave y en lo que yo creo firmemente, porque primero me gustó una obra y luego me pregunté quién la había hecho y dónde nació y en qué año y en qué contexto, luego quise saber cómo fue su vida y quiénes eran sus amigos, de quién se enamoró, qué cosas lo inspiraron, cuáles fueron sus fantasmas y sus musas y aprender todo eso no fue tedioso ni aburrido, fue un verdadero y absoluto placer.

Mi obra favorita, La Balsa de la Medusa, Gericault, Louvre
Mi obra favorita, La Balsa de la Medusa, Gericault, Louvre

Por todo esto es que me encantan los museos y me entusiasma tanto volver cada vez que puedo.

Como se le dije a mi amigo se lo digo a todos, no pierdan la chance de tener esa experiencia y anímense a ver a los museos con otros ojos, porque no importa si de aquel artista que tanto nos gusta nos separa medio planeta o 500 años, siempre podremos volver a “conversar”.

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