Museo de arte malo
Nos encantan los museos y alrededor del mundo los hay de todo tipo y para todos los gustos, inclusive para el mal gusto, y no me refiero al exclusivamente a este museo del cual les voy a hablar.
El Museum of Bad Art en Boston tiene como lema que “Hay arte tan malo que es imposible de ignorar” y de algún modo estoy de acuerdo.
El Museo del mal arte es una institución privada fundada en 1993 por el marchante de arte Scott Wilson quien lo bautizó MOBA (parodiando las siglas de los grandes museos modernos) y se dedica a la colección, preservación, exhibición y celebración del mal arte en todas sus formas.
La primera exposición fue en el año 94 y la respuesta del público fue absolutamente inesperada. Desde entonces miles de visitantes disfrutan del mal arte como si se tratara de una colección de los grandes impresionistas franceses.
Los trabajadores del museo, en su mayoría voluntarios, son en realidad profesionales curadores y restauradores que encontraron una veta muy divertida en dar una mano a esta colección.
Podemos suponer que nos vamos a encontrar con los dibujitos de un nene de 5 años o de alguien que deliberadamente pinta mal pero no. El sistema de selección es bastante riguroso.
Las piezas en su mayoría son encontradas en ventas de garage o mercaditos informales y no se busca lo malo por lo malo mismo sino el trabajo en donde algo salió mal y que de alguna manera es interesante, así que de alguna forma se celebra el fracaso artístico, porque por supuesto que todos tenemos derecho a fallar y más cuando de arte se trata.
El dato curioso es que aceptan donaciones, así que si alguno tiene un cuadro feo y quiere exhibirlo al público, puede realizar la donación desde la misma página pero te advierten que los curadores rechazan el 80% de las donaciones y no porque el trabajo donado no sea suficientemente malo, sino porque tienen un criterio específico y pretenden mantener el standard.
Otro dato más curioso que el anterior, y digno de comedia italiana, es que este museo no escapó a robo de piezas aunque no lo puedan creer.
El retrato de una mujer llamado “Eillen”, el cual tenía un tajo en el lienzo que aportaba un dramatismo adicional, fue sustraído y el museo ofreció por él una recompensa de 6,50 dólares.
Con donaciones del público llegaron a juntar algo de 36 dólares para el rescate pero no apareció el ladrón sino hasta 10 años después pidiendo 5 mil dólares por la pieza, que claramente no fueron pagados.
Finalmente la obra apareció por las buenas y se unió nuevamente a la colección.
Aquí el cuadro
A tono con este incidente el museo decidió poner cámaras de seguridad falsas, y a tono con todo el resto pusieron carteles que advierten sobre la falsedad de las mismas.
Es buenísimo!
Acá pueden chequear las colecciones
A mi me encanta la Poor Traits 🙂