Alojamientos: Cómo casi me arruino un viaje

En 2019 planificamos una recorrida por el norte de Italia con casi un año de antelación. 

En el trazo de nuestra ruta había muchos pueblos y ciudades que queríamos conocer porque, hay que decirlo, en el norte de Italia está lleno de lugares hermosos y dignos de ser visitados, pero priorizamos dos o tres cerca de los lagos de Garda y Como, y entre ellos se encontraba la bella Bellagio, una pequeñísima localidad ubicada en la punta de una península la cual es muy conocida por su increíbles paisajes lacustres y su urbanismo, tan característico de esa región. En fin, para todo viajero Bellagio es un punto alto de cualquier itinerario y para nosotros también lo era.

Bellagio. Foto Diario del Viajero

Para desgracia de los viajeros, en Bellagio saben perfectamente el valor de alojarse en ese diminuto pueblo maravilloso, por lo cual los precios para hospedarse ahí mismo son proporcionales a la belleza del lugar y asustan a cualquier billetera. 

En medio de ese susto estábamos al planificar nuestra estadía cuando nos dimos cuenta de que a pocos kilómetros de Bellagio, entre 2 y 3 km, había unos cuantos pueblitos que ofrecían alojamientos muy cómodos, casas completas por menos de la mitad de precio, con muy buenos servicios e igualmente bellos paisajes. 

Como nuestra ruta estaba planificada para hacer en auto, 2 o 3 kilómetros no representaban un impedimento y podríamos alojarnos en un pueblito ignoto, pasear durante el día por Bellagio y a la noche volver al alojamiento.

Luego de evaluar varias opciones, el lugar que elegimos fue Faggeto Lario, lugar al que no había sentido nombrar en mi vida, pero que nos pareció muy pintoresco. Tiene vistas al Lago de Como y el alojamiento que nos ofrecían era amplio, cómodo y sobre todo, apto para billeteras viajeras. Alojamiento reservado!

Faggeto Lario

Como les decía, veníamos de una recorrida por varias ciudades. Ese día salimos de Sirmione, pasamos por las ciudades de Brescia, Como y nos dirigimos directamente hacia el no famoso Faggeto Lario, obviamente con las indicaciones de nuestro amigo Google Maps.

A medida que nos acercábamos al lugar el camino se transformó casi en un camino de cornisa, pues piensen que toda esa zona es un valle bastante escarpado y todo se construye a lo alto.

A 500 metros de nuestro alojamiento, yendo por la ruta principal cuya izquierda era el abismo y cuya derecha era una pared de piedra, Google nos indica tomar una salida que era un camino de piedra muy angosto y con una inclinación ascendente que daba miedo, de hecho tanto miedo nos dio que no lo tomamos.

Este es el camino que nos mandaba a tomar Google.

Paramos a un costado de la ruta y bajé del auto para subir a pie el camino de piedras indicado y averiguar cómo continuaba, hacia dónde llegaba y, sobre todo, si era posible subir con un auto. 

Apenas comencé a andar y el camino se transformó en un paso peatonal de un metro de ancho; imposible que un auto pasara por ahí. Bajé y llamé al contacto del alojamiento. Era una mujer super, pero super amable. Le expliqué, estrenando mi italiano conversacional, que estábamos abajo en la ruta, frente a un camino de piedra el cual no se podía tomar porque era muy angosto. Me dijo que menos mal que habíamos llamado porque ese no era un camino para autos, (Gracias Google) Me contó que la semana anterior se había quedado encajado un turista chino en su Mercedes Benz y tuvieron que llamar a la grúa para sacarlo. Me indicó que siguiera 200 metros para adelante y que íbamos a ver un estacionamiento, que ella nos iba a estar esperando ahí.

Hicimos eso, encontramos el estacionamiento y como no había nadie esperándonos, dejamos el auto e hicimos a pie otro camino de piedra, cuesta arriba e igualmente empinado, que también llegaba hasta el alojamiento. No digo que era imposible, pero esa subida no era para cualquiera. Ese fue el momento en que me dije “qué mal que nos equivocamos con esto!” El error estuvo en no haberme fijado en los alrededores del alojamiento o no haber, al menos, hecho un street view antes de reservar.

Eran 200 metros en subida de camino de piedra en un ángulo importante. Básicamente no se podía llevar una valija por ese camino sin romperla, y para subir con una mochila esta debía ser muy liviana porque la subida era físicamente desafiante para alguien que no estuviera entrenado.

Llegamos a la puerta del alojamiento, con el corazón en la boca y sin poder respirar, ahí le dije a Fabio (mi marido) “Yo no puedo subir mi valija por este lugar de ninguna manera. Voy a bajar al auto y traer solo una muda de ropa y me arreglo con eso, o duermo en el auto, pero esto no lo vuelvo a subir otra vez y menos con una valija”. 

En serio pensé en dormir en el auto. El camino era exactamente este que está mostrando Fabio en un video que hizo al respecto.

VIDEO FABIO

En ese momento de desazón nos llama por teléfono la mujer del alojamiento y nos dice que nos fue a buscar al estacionamiento. Fabio me dijo que me quedara allí en la puerta del alojamiento y él bajaría a encontrar a la mujer. Yo me quedé sola, pero sola, sola. 

En el lugar no había un alma y me dio para dar unas vueltas por los alrededores para curiosear, y mientras recuperaba el aliento me di cuenta de que el lugar era precioso y super tranquilo y los paisajes al lago eran alucinantes. Me sentí un poco mejor. Este era el paisaje.

Vista desde el Alojamiento

A los 15 minutos vuelve Fabio con la mujer y las valijas en un Fiat Panda 45, chiquitito pero con una tracción notable. Bien! Un problema menos, ya no tendría que dormir en el auto y, en tal caso, a la hora de irnos, la bajada siempre es mejor que la subida.

Entramos en el alojamiento y mientras subía 2 pisos por las escaleras del apartamento con las valijas, procurando no darle a las paredes, pensé en el hecho de que no hubiera nada alrededor, ni un almacén, ni un kiosko iba a ser un problema también. Dónde compraría algo que me faltara, comida, bebida?

Por experiencia sabía que la mayoría de los Airbnb no están abastecidos con comida, pueden tener algunos condimentos, pero algunos no tienen ni una jarra de agua fresca en la heladera para cuando uno llega.

Para nuestra sorpresa este no fue el caso, el alojamiento estaba abastecido de todo lo que necesitáramos y quisiéramos, y hasta por demás. Leche, cafés, tés, bizcochos, galletas, budines, manteca, mermeladas, 6 clases de yogures! jugos, agua embotellada, varios tipos de frutas, azúcar, harina y hasta pastas secas, salsas y todos los condimentos.

El baño también estaba totalmente equipado con jabones, papel, varios tipos de champúes y acondicionadores, pasta dental, botiquín, etc, no faltaba nada.

A menos que quisieras comer o comprar algo especial, podrías pasar allí tranquilamente tu estadía sin comprar nada. La mujer nos explicó que como para comprar había que llegar hasta el pueblo que estaba abajo y era dificultoso el ir y venir, en este caso el bajar y subir, ella se encargaba de las compras en su Fiat Panda y todo estaba incluido en el precio del apartamento.

En 20 minutos pasé de la angustia de culparme por no haber chequeado los alrededores del apartamento a sentirme que había hecho el mejor trato con la elección.

No obstante ello, y para esto escribo la anécdota, tengan muy en cuenta a la hora de hacer una reserva de alojamiento, sobre todo en pueblos pequeños o zonas no tan céntricas, revisar los alrededores y la accesibilidad que tiene, si se puede llegar a pie o en auto, si el camino para llegar es peligroso o no, si hay negocios en los alrededores y qué tipo de negocios, etc., porque a mí esta elección me salió bien y creo que fue de pura suerte, pero la verdad es que no sale siempre bien, la mayoría de las veces sale mal.

Espero que les haya gustado el cuento y que les sirva como consejo a la hora de reservar un alojamiento, sea porque quieran buscar algo más barato en ciudades que son caras, sepan que los pueblos cercanos suelen dar muy buenos servicios por mucho menos dinero, o sea para que estén atentos al emplazamiento del lugar.

Mucha suerte y ahh…si, Bellagio es precioso.

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