Palacio Belvedere – Viena
El año pasado llegué a Viena con dos ideas fijas, conocer la Ópera de Viena y el Palacio Belvedere.
Por supuesto conocí otras cosas también, y todas muy interesantes, pero no me iba a volver sin haber conocido esas dos cosas.
El Palacio Belvedere se construyó a principios del S. XVIII para el príncipe Eugenio de Saboya, aunque no lo puedan creer lo mandó a construir como residencia de verano para organizar ostentosas fiestas y de esa forma incrementar su popularidad.
El Belvedere en realidad son dos palacios en uno, el Alto y el Bajo Belvedere, uno más grande y más arriba en el relieve y otro más pequeño, ambos están hoy transformados en museos que albergan obras austríacas barrocas, medievales y modernas, entre las cuales se encuentra una hermosa colección de Gustav Klimt, incluyendo el famosísimo cuadro “El Beso”, al cual no se le pueden sacar fotos, en realidad no se le pueden sacar fotos a ninguna pintura, ni siquiera sin flash.
El Alto y el Bajo están unidos (o separados) por un enorme e impresionante jardín con sus fuentes, estatuas, plantas y flores en perfecto estado de mantenimiento.
Es un escenario perfecto para las fotos, acá si que se puede.
Otro dato histórico no menor es que allí en el Belvedere, en 1955 se firmó el Tratado de Estado Austríaco, ya que luego de la 2da Guerra, Austria había quedado en manos de los aliados, y permaneció así por 10 años.
La fachada es imponente, incluso es imponente la puerta del Palacio.
Por ser tan estupendo lo de afuera, lo de adentro no alcanza la expectativa aunque es encantador de todos modos.
Se destaca La Capilla que está impecable y el salón de Mármol, inmensamente blanco, que da la sensación de vacío inabarcable, no sé siquiera cómo expresarlo, en ese salón lo único de color es uno mismo, es muy impresionante.
Luego los demás salones son como los de un museo y no como los de un palacio pero es que el foco está puesto en el contenido que son las obras de arte, siempre hablando en su mayoría de arte Austríaco desde la Edad Media hasta arte moderno.
Tengo que admitir que fui por la colección de Klimt y algunos impresionistas porque me encantan, y me sorprendí con lo que me encontré porque hay obras extraordinarias, hay mucho arte y muy bueno.
Esta es una cosa a tener en cuenta en todos los museos, uno puede ir atraído por una obra en particular pero no quiere decir que sea lo único que pueda apreciarse.
Solemos obnubilarnos con los “nombres famosos” y hay mucho no tan conocido muy bueno y digno de ser visto. Incluso los catálogos de los propios museos suelen dejar afuera de la nómina de las importantes a obras fantásticas y no se entiende el por qué.
Además hay obras de Pissarro, Manet, Monet, Renoir y Van Gogh, nos encontramos con este famoso Napoleón, algunas obras de Egon Shiele y Munch.
El descubrimiento de la jornada fue un tal Ferdinand Georg Waldmüller, un romántico Austríaco que no tenía en el radar y me maravilló por el manejo de las luces y sombras y la perfección del detalle.
Hay una gran colección de este artista y les dejo algunas para que lo conozcan.
Así que ya saben, si andan por Viena no dejen de visitarlo.
Si no les gusta el arte, entonces pueden recorrer los jardines solamente sin necesidad de pagar la entrada y van a pasear por un lugar increíblemente bello y van a tomar unas fotos maravillosas.
Para los que preguntan, también fui a la Opera y casi me encadeno a una columna.