Visita a la Capilla Sixtina y Museos Vaticanos
Sin duda es la Capilla más famosa del mundo y una de las visitas obligadas si se está de viaje en Roma, junto con la Basílica de San Pedro. Es cierto que de tanto en tanto nos llegan noticias de la actividades que se realizan en El Vaticano y la prensa nos alimenta de información muy valiosa en cuanto al contexto y la historia de la Capilla Sixtina, pero visitarla en persona es una experiencia que supera cualquier expectativa.
La Capilla está al costado derecho de la Basílica de San Pedro y originalmente sirvió para actos y ceremonias papales. Es una capilla pequeña, quizás es una de las cosas que llama la atención la primera vez que se conoce, que es muy pequeña para la cantidad y calidad de obras maestras que aloja en su interior.
A la Capilla se accede con la misma entrada que adquirimos para el Museo del Vaticano, al contrario de la basílica de San Pedro que es gratis, para la Capilla y el Museo se necesita ticket.
El Museo tiene algunos objetos destacados, como por ejemplo un fragmento de la Luna y otros obsequios que los Papas han recibido a lo largo de la historia. Se trata de un recorrido muy interesante en sí mismo, pero lo realmente impactante y que nos deja con la boca abierta es, sin duda, la Capilla Sixtina.
Los tickets se pueden comprar directamente en el lugar, pero sucede que siempre hay mucha gente y las colas pueden ser muy largas y agotadoras teniendo en cuenta que para acceder a la Basílica ya tuvieron que hacer una larga fila imposible de evitar y muchas veces al rayo del sol, la idea es facilitarnos el ingreso al Museo y a la Capilla.
Un consejo para reservar online es hacerlo a través de sitios especializados como Musement en donde además ofrecen la opción de reservar entrada con acceso prioritario, con lo cual se evitan las colas de la entrada. Pueden chequear buenas opciones acá. El sitio además ofrecen visitas guiadas que, para este tipo de visitas, son altamente recomendables para tener una experiencia completa.
Además, otro consejo importante es que es imprescindible hacer la visita sin apuro y dedicarle tiempo a cada obra, a cada detalle y a la espectacularidad de todo el conjunto.
En el primer viaje que hice a Roma, en el 2001, se podían sacar fotos en el interior de la Capilla. Para el 2010 que fue cuando volví, si te llegan a ver sacando una foto, te agarra la cámara un guarda y te la borra, así de simple, no se puede, entonces las fotos propias que tengo son en papel y no vale la pena scanearlas ya que si nos ponemos a pensar un poco, existen excelentes fotografías de la Capilla y son de dominio público, así que no hay motivo para sentirse mal, por el contrario, abran bien los ojos y disfruten de esta maravilla sin la multitud de personas haciéndose selfis en mil posiciones diferentes.
Volviendo a la historia de la Capilla que en un principio no tenía nada de especial, si bien había sido bien restaurada para 1481, el toque de genialidad lo tiene el Papa Julio II, quien fue, como Papa, un gran mecenas y de hecho, bajo su tutela se construyó la Basílica de San Pedro y fue un gran protector de Rafael y de Miguel Ángel, no por nada, como ya dijimos, es que el famoso Moisés adorna su sepultura.
En 1508 el bueno de Julio o Giulio II le pide a Miguel Ángel que decore la bóveda de la Capilla que tenía en ese entonces pintado un cielo azul con estrellas doradas, y así fue como en 4 años de ejecución nació esta obra de arte incomparable, ni por la magnitud, ni por genialidad ni por conservación. Es magnífica.
Para cuando Miguel Ángel se pone a pintar, la Capilla ya tenía unas muy buenas obras que todavía están intactas, son obras temáticas de la vida de Jesús y Moisés hechas por Botticelli, Perugino, Roselli y otros tremendos pintores. Viendo esto Miguel Ángel prefiere rechazar el trabajo diciendo que él era escultor y no pintor, creyendo que le estaban haciendo ese encargue para verlo fracasar al lado de estos otros magníficos pintores. Nunca estuvo más errado. Finalmente Julio II lo convenció diciéndole que podía pintar lo que él quisiera, pero él le dejó claro que lo hacía a desgano porque el encargo lo estaba distrayendo de la escultura.
Pienso.. Qué hubiera sido si en cambio de hacerlo a desgano le ponías ganas!?
En la bóveda representó varios pasajes bíblicos, desde los antepasados de Cristo, los Profetas, algunos pasajes del Génesis, los Apóstoles, la Creación de Adán, el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.
Cuenta la leyenda que Miguel Ángel pintaba acostado. Mentira. Miguel Angel construyó su propio andamio para evitar agujerear el techo con aparejos y colocó maderas de ventana a ventana de la Capilla donde montó un andamiaje para que fuera más fácil de desmontar y no dañara las obras.
Casi 25 años después de terminado el techo, le encargaron “El Juicio Final” que es el fresco que cubre la pared del altar y es igualmente impresionante, y podemos discutir si igualmente bello.
Representa la segunda venida de Cristo y el Apocalipsis. Debajo las almas sucias y a medida que se sube la vista están las almas que pueden subir al cielo.
Esta obra tiene un trasfondo político, ya que había un cardenal que acusaba de obscenas a las figuras desnudas de la obra y eso fue motivo de grandes peleas con Miguel Angel.
El maestro ceremonial del Vaticano hizo eco de las quejas y acusó a la obra de ser propia de un baño público pero no de una Capilla.
En venganza, Miguel Ángel lo inmortalizó representándolo en la obra como Minos, el juez del Infierno.
Años más tarde, para la época de la Reforma, cubrieron los desnudos con telas. Gracias a Dios! Hubo obras que no tuvieron tanta suerte y en algunos casos les fueron pintadas hojas de parra encima o en caso de las esculturas, directamente fueron mutiladas.
Como les dije, ya he hecho dos veces la visita al Museo y a la Capilla y en ambas quedé completamente deslumbrada.
Si volvería a ir? Absolutamente SI.