El camino para obtener la ciudadanía italiana por matrimonio
Por Fabio Baccaglioni
Luego de la larga experiencia contada por Gimena para obtener la ciudadanía italiana, primero reconstruyendo el pasado y luego sorteando obstáculos con los trámites consulares, quiero contarles que hay otro camino totalmente distinto, que es obtenerla por matrimonio. Ese fue mi caso y aquí van a encontrar mi experiencia y mis recomendaciones para recorrerlo.
Si bien soy de orígenes igualmente itálicos, por motivos diferentes, no podía obtener fácilmente la ciudadanía por mi ascendencia, pero al llevar ya varios años casados (más de 10!) el proceso de obtenerla por matrimonio era totalmente posible.
Para aquellos que creen que es un trámite corto y sencillo, la primera advertencia que les dejaré es un: No, no lo es, pero es totalmente posible de realizar.
Es mucho más sencillo que el trámite de reconstrucción que se hace para obtener la ciudadanía por sangre, pero eso no implica que no tenga sus complicaciones. Lo cierto es que son dos procesos totalmente distintos.
La pregunta obvia sería un ¿Por qué? Pues bien, en caso de emigrar hay una gran diferencia entre lo que podés hacer sólo como cónyuge y lo que podés hacer como ciudadano. En un caso tan sólo podés convivir y residir, y en el otro sos un ciudadano con plenos derechos que puede trabajar, tener una cuenta bancaria y manejarte como cualquier otro. Así es, si no sos ciudadano y sólo convivís con un permiso especial sos un residente “de segunda” o, mejor dicho, sin plenos derechos. Eso, claramente, no me interesaba.
Hay algunas cosas más triviales como, por ejemplo, el trámite migratorio cuando uno va de vacaciones. Es que los ciudadanos europeos pueden pasar libremente y sin que se les cuestione nada, pero el cónyuge con otra ciudadanía recibirá el mismo trato y control que cualquier otro extranjero. Además de la diferencia de tiempo, esto incluye la posibilidad de no ser admitidos, entre otras cosas, algo que a nadie quiere en medio de unas soñadas vacaciones.
Así pues, las motivaciones sobran y lo que varía aquí notablemente son los requerimientos y particularidades de cada nación. En mi caso era la italiana. Tengan en cuenta que lo que aquí cuento es tan sólo mi experiencia personal, por lo tanto cuenta como una orientación, pero las experiencias pueden variar según cada caso y mucho.
Las condiciones
Primero que nada tengamos en cuenta las distintas condiciones requeridas, como dije, cada país impone las suyas y por más ridículas o coherentes que te parezcan son las que hay porque ES la ley.
Piensen que estamos buscando SER parte de esa otra nación, pero no por derecho propio sino por transferencia de tu cónyuge.
Y aquí lo primero a tener en cuenta, por si están en pareja y piensan que casándose se resuelve el tema inmediatamente, la respuesta es no: hay que tener un mínimo de tres años casados antes de poder solicitarla.
En el caso de residir en Italia este tiempo se reduce a dos años y se hace el trámite en la prefectura local. En el mío, todavía viviendo en Argentina, se hace en el Consulado. Si se tienen hijos el plazo requerido se reduce a la mitad.
Si te divorciás a la mitad del proceso obviamente no te van a otorgar ciudadanía. Si creés que porque tenés una unión civil (no matrimonio), tal vez legal en tu país de origen, es suficiente para Italia te aviso que no. Ellos tienen sus reglas y hay que respetarlas, la regla es estar casado legalmente y, además, convivir. Este punto es MUY importante porque lo que buscan es evitar matrimonios arreglados o por conveniencia.
Come parli italiano? Bene?
Más adelante les contaré los detalles sobre el papeleo que tuve que juntar pero tengan en cuenta que, desde fnes del 2018, es obligatorio tener conocimiento de la lengua italiana.
Esto es muy nuevo y sólo aplica a cónyuges, así que uno con ciudadanía “iure sanguinis”, por derecho propio de sangre, puede no saber decir buongiorno, pero si lo que se busca es el reconocimiento de la ciudadanía por matrimonio, es necesario aprenderlo.
Y no basta con un pequeño curso ni con el primer año, te piden nivel B1 certificado, algo que en un par de años de dedicación podés obtener.
Habiendo estudiado italiano los últimos cuatro años puedo asegurarles que la velocidad con la que aprendan el idioma depende exclusivamente de ustedes. No es difícil llegar a un nivel B1, pero si tienen mucha urgencia les recomiendo que, además de un curso en un instituto, contraten un profesor particular que los prepare específicamente para pasar ese exámen.
Aquí está el dilema del idioma: uno tiene que poseer el certificado B1 antes de presentar los papeles, es decir, no sirve empezar el trámite, esperar dos años, y entregarlo el día final: tiene que presentarse al inicio.
Este requerimiento ya nos agrega una cantidad de tiempo de preparación que antes no era necesario, y no es el único país que reclama esto, Alemania por ejemplo pide un A1 que, considerando lo difícil del idioma, apenas te sirve para pedir un café, pero requiere un año de estudio como mínimo (historia aparte, hasta ahí llegué con mis estudios del idioma germano, al menos por ahora :P).
Mi crónica
Como yo empecé el trámite en diciembre del 2016, inmediatamente luego del reconocimiento de la ciudadanía de mi mujer, no tuve problemas con el requisito del idioma, al menos ya llevaba 3 años aprendiendo la lengua y rendir el B1 me hubiera sido totalmente posible con un poco de esmero, pero por suerte no me tocó hacerlo.
El primer paso que di fue contactar a una gestora (la misma que habíamos contratado para la ciudadanía de Gimena) porque había hecho un excelente trabajo en la primera experiencia. Esto no es obligatorio y cada uno es libre de hacerlo por su cuenta, pero puede ser recomendable para tener el acompañamiento de alguien que hace estos trámites todos los días y te va dando ciertos tips y guiando para cargar correctamente los formularios en la web del ministerio.
Hay que aclarar que en la primera etapa todo en este trámite pasa por la web y es con turno previo. En mi caso el turno lo saqué en diciembre de 2016 conseguí para mayo de 2017 y me dijeron que tuve mucha suerte porque lo conseguí al segundo intento.
Tuve que sacar una cuenta, darme de alta en un sistema, el cual es algo primitivo cuando menos, y juntar toda la información y documentación que me pedían.
Entre los datos que solicitan hay uno que es interesante: tenía que juntar, con fecha y ubicación exacta, cada lugar donde había vivido en mi vida. Creo que al menos 20 años para atrás, porque eso también iba a tener que cargarlo en el trámite web. Admito que en un principio ni siquiera me acordaba bien de las fechas, tuve que hacer bastante memoria.
Me aconsejaron anotarlo todo porque es un dato que te pueden llegar a preguntar en la entrevista personal ¡Mejor aprendérselo de memoria! Al menos no mentir, NUNCA MIENTAN EN UN TRÁMITE CONSULAR.
En el mientras tanto tuve que actualizar el DNI para que el domicilio fuese el mismo que el de mi mujer y mi estado civil fuera casado porque todavía tenía el DNI viejo con los datos desactualizados. Esto era importantísimo porque para ellos si no convivís te ven como un falso matrimonio. Tiene lógica, pero aquí en Argentina mucha importancia al domicilio del DNI no le damos, error nuestro, para ellos es importante.
También es necesario presentar el certificado de antecedentes penales, mejor que no tengas ningún crimen conocido ese día 😀 , desde ya que el certificado de matrimonio (no la libreta roja, esa no importa, sino la del libro de actas), todo apostillado, obviamente.
Como les decía, el día del turno web, con toda esta información cargué todos los datos que me requerían, los cuales, aclaro, tiene que ser cargados exactamente igual a como figuraban en los documentos, una pequeña diferencia y podía fallar todo.
Luego subí imágenes escaneadas de los documentos que me pidieron cargar y ahí se generó una solicitud.
Me confirmaron que recbieron todo bien, (ignoro qué sucede si te equivocaste porque hice todo correctamente), y me dieron una fecha para la entrevista (unos 20 días después del turno web) para ir personalmente al Consulado y presentar todo eso que subí por la web en forma física.
La primera entrevista
Creo que no me sentí así de nervioso desde algún final de la facultad, con la carpetita en la mano a la espera de ser evaluado y escrutado por un desconocido, pero son las reglas italianas y como futuro italiano hay que ponerle coraje y aceptarlas.
Las largas esperas son como la marca registrada en el Consulado, pero eso puedo soportarlo, lo que viene después es una serie de idas y vueltas que terminan mareando a cualquiera. Hay que avisar que el propio ingreso al Consulado tiene los mecanismos de seguridad de un aeropuerto incluyendo que el celular te lo ponen en una bolsita y no lo podés usar, así que la espera se hace mirando la RAI en los televisores de la sala de espera.
Cuando llegó mi turno me mandaron a salir del Consulado, pagar el trámite en un banco a unas cuadras (ahora creo que cambiaron el método o estaban viendo de cambiarlo) y regresar al Consulado, volver a hacer el ingreso y con el ticket en la mano ya estaba listo para responder unas “preguntas”. Todo muy a prueba de antitranspirante.
Aquí es donde empiezan a preguntarte hasta por la primer papilla que te comiste. Te preguntan de todo, de qué vivís, cuándo te casaste (aunque esa info ya la tienen), donde vivís, con quien vivís, en fin, lo que busca el agente del Consulado, la agente en mi caso, es encontrar en vos alguna cosa extraña o fisura en tu relato que implique una mala intención como la de haber comprado ese matrimonio para obtener la ciudadanía o estar separado de hecho e igualmente intentar obtenerla porque tu ex te hace el favor.
Aún con la cara de sospecha permanente de la funcionaria respondí muy calmado todo lo que me preguntó pues no tenía nada que ocultar. Selló unos papeles, no mucho más, y acá, señores, comienza la etapa a la que yo llamo de la espera eterna.
La espera eterna
El Ministerio del Interior tiene sus tiempos y, para cónyuges, ya saben que se van a tomar todo el tiempo que consideren. Desde aquel día de julio de 2017 hasta agosto de 2019 estuve sosteniendo la vela de la espera. Sabía cabalmente que esos dos años de espera eran obligatorios, sin embargo cada tanto entraba a la web del Consulado para saber si tenía alguna notificación, pero nada. La realidad es que ellos te mandan un mail para darte aviso de tu reconocimiento y punto, pero en el medio hay dos años de silencio.
Por otro lado algunas otras cuestiones sumaron estrés: el decreto que cambió las normas en 2018, es decir en el medio de mi trámite, pasó de dos a cuatro años la espera de reconocimiento por matrimonio. Claro, pero como yo empecé el trámite un año antes, en este caso se dio la misma circunstancia que con el idioma, yo afortunadamente ya estaba en el plan anterior, pero el miedo de que a algún funcionario se le ocurriera hacerlo retroactivo todavía no se me fue.
Por otro lado uno va haciendo cálculos y según se va acercando la fecha de los dos años y no tener novedad la verdad que se vive con mucha ansiedad.
Luego, apenas pasado un día de esos dos años y todavía sin novedades, pasé de la ansiedad al pesimismo y a la desilusión. Sí, soy dramático. Incluso sabiendo que esos dos años eran un plazo de mínima y no de máxima, en mi mente se consolidaba el mismo pensamiento: Ahora seguro que me hicieron esperar todo este tiempo para decirme que me rechazan.
Pero no! Un mes después de cumplidos los dos años, en agosto de 2019, llegó el mail! LLEGÓ! Y uno lo lee muchas veces para estar bien seguro de que es verdad. Por delante quedaba solo el juramento para el cual me dieron fecha para el 11 de septiembre.
A jurar per essere fedele!
Una vez que el Consulado te da una fecha y hora para el juramento, uno debe presentarse. No sé qué pasa si uno no se presenta, ni quería averiguarlo tampoco. Te piden llevar la constancia de matrimonio nuevamente sellada para verificar que realmente uno esté todavía casado y el certificado de antecedentes penales. Todo eso, sumado a saber que tenés que hacer un juramento en italiano frente a otros italianos que van a juzgar tu acento horrible, obviamente te llena de nervios una vez más. También hay que llevar al o a la cónyuge al juramento o al menos una prueba de supervivencia, esto no es chiste, o te acompaña tu esposa/o o presentas un certificado de que se encuentra viva/o o no jurás.
El día del juramento la puerta del Consulado era un caos indescriptible. Era el día de consultas abiertas para el público y había no menos de dos cuadras de cola y gente agolpándose en la puerta para pedir indicaciones. Entramos a los codazos mostrando el turno en la mano. Estábamos en las lista de personas convocadas para ese día, así que luego de superar a la marea humana pudimos ingresar.
Nos dirigimos al piso en donde se hacen los juramentos y allí éramos algo más de quince parejas de las más diversas edades y circunstancias, y yo ahí, mucho nervio como nunca. Por turnos nos hicieron pasar a una sala de a dos o tres parejas para realizar la jura y hay que admitir que este trámite fue relativamente rápido. Llegado nuestro turno finalemnte hice el juramento muy feliz, porque, aquí hay que volver a repetirlo: uno se está haciendo de otro país, no es poca cosa, ellos te están adoptando y recibiendo y no tienen obligación de hacerlo. Una cosa es el derecho de sangre y otra es ser de afuera y contar con la aprobación, el consentimiento y la confianza de ellos para recibirte como un par. Si uno lo piensa, es muchísimo.
Ahí fui yo, de memoria y con el mejor italiano que tenía:
“Giuro di essere fedele alla Repubblica e di osservare la Costituzione e le leggi dello Stato”
Y así fue como me hice italiano. El único “certificado” que te dejan es un papelito. A la semana siguiente estaba, de casualidad, emprendiendo un viaje que incluía visitar Italia y pudimos visitar la ciudad natal de mi abuelo (el mismo que renunció a su ciudadanía y da origen a este post).
A la vuelta del viaje, porque hay que esperar un par de meses, solicité el pasaporte. En Diciembre de 2019 ya lo tenía en mi poder.
De punta a punta, desde el primer trámite de Gimena hasta el pasaporte en mi mano todo llevó cuatro años. Considerando los tiempos de 2021 (por COVID) del Consulado (de CABA, hay otros que tardan más y otros que menos) y los cambios de la normativa, hoy estos trámites no baja de cinco a seis años pero, creo yo, vale la pena.
Como siempre, los comentarios están para cualquier consulta en la que podamos ayudar y para compartir experiencias que le sirvan a otros.
De paso, muchos consultan sobre la posibilidad de hacer estos trámites directamente en Italia para acelerar los tiempos. Si, es abslutamente posible y de hecho es un post que Gimena tiene en elaboración, así que estén atentos.