Estación Central de New York

Si hay algo que seguro te pasa estando en New York es pensar “Esto ya lo ví en alguna película”.

Y si, hay muy pocas cosas de New York que Hollywood no haya retratado y la emblemática estación Grand Central Station no es la excepción, es más creo que en cada película que alguien llega o se va de la ciudad, hay una escena en Grand Central.

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Estando allá, teniendo el tiempo contado y una enorme cantidad de cosas por hacer, fue uno de los puntos que marqué como prioritario. No quería volver sin haberla visto con mis ojos.

La estación está en la 42 y Park Avenue, en el Midtown de Manhattan.

En su concepción es una estación central de ferrocarriles y conecta con buses y Metro.

Se inauguró en 1871 en el apogeo de los trenes de larga distancia de Estados Unidos, tiene un estilo neoclásico muy Europeo por no decir muy Parisino, de hecho la “Estación” Museo d´Osay tiene el mismo estilo.

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Es la estación de trenes más grande del mundo en número de andenes, 44, y hay 4 más por inaugurarse prontamente. En tamaño, ocupa 19 hectáreas.

Por día pasan unas 500 mil personas por este nodo de transporte y a pesar de ello, la estación está impecablemente limpia y ordenada.

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La estación en sí misma es bellísima, amplia, bien iluminada y a pesar de la gran cantidad de gente que circula uno no se siente incómodo ni apretujado, por el contrario, se puede caminar libremente sin que nadie te lleve por delante, casi un milagro en New York!

Tiene 103 tiendas comerciales incluyendo restaurantes, tiendas de ropa, tecnología, servicios y un gran etcétera.

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El hall central es imponente, con sus pisos y escaleras de mármol, los techos abovedados y los hermosos vitrales y el famoso cielorraso astronómico que si bien data de la época de la estación, fue con el tiempo desapareciendo bajo las manchas del diesel y en 1998 lo recuperaron en su totalidad y hoy luce fantástico.

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El techo es una obra en sí misma, “Constelaciones del Cielo Nocturno” diseñado por el francés Paul Helleu, cuyo nieto, Jaques hoy es el director artístico de Perfumes Chanel. Familia talentosa.

Un de las cosas que me llamó mucho la atención es que tiene objetos y detalles que son casi piezas de museo.

El reloj de la estación es el objetivo de todos los flashes, es bellísimo.

Las lámparas y arañas son dignas de una Ópera.

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El bar más viejo de la estación: Oyster Bar, está abierto desde 1913, todo una reliquia. Es precioso.

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Ahora siempre que me encuentro con alguien que vuelve de conocer New York le pregunto si fue a la Estación Central y me doy cuenta de que la mitad no fue a conocerla y es una lástima porque es realmente interesante, tiene muchos condimentos enriquecedores, el edificio es de una belleza extraordinaria, y más allá de lo histórico que puede o no interesar, no es fácil encontrar un lugar que sea funcional y al mismo tiempo tenga este esplendor y tal cantidad de detalles magníficos.

No dejen de visitarla, aunque sea para ver con sus ojos a “La Estación de las películas”.

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